[blockquote type=»type-1″ align=»align-left» sc_id=»sc1569918967256″]¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Pero si tuviese que explicárselo a alguien, no sabría cómo hacerlo (San Agustín)[/blockquote]
Corría el año 2014 cuando un par de muchachas inquietas, tal vez algo inconscientes, hastiadas del entorno y del momento de inestabilidad laboral que les había tocado vivir – y que más tarde se instalaría de forma cuasi global y permanente en todos los sectores – se lanzaron a la aventura de emprender. Bendita insensatez.
Desde entonces, han pasado 5 años. Un lustro, que ya suena como viejuno. 5 palos que, en realidad, se han ido en un abrir y cerrar de ojos.
No nos engañemos. No ha sido coser y cantar. Poco nos imaginábamos las chicas de Oh My Word!, allá por 2014, los desvelos que estaban por delante.
¿Encontrar clientes? ¿Mantenerlos? ¿Ingresar lo suficiente para sobrevivir? Já! Con eso ya contábamos.
De lo que nadie nos alertó, lo que nunca nos paramos a pensar, es que montar un negocio – ya sea una agencia de comunicación o una charcutería – es como casarse. Un matrimonio, pero sin sexo. Un matrimonio, vaya.
Tal vez suene prepotente, pero para nosotras, encontrar clientes, mantenerlos, ingresar lo suficiente para sobrevivir – incluso para vivir bien -, nunca fue un problema. Puede que hayamos tenido mucha suerte. Hay quien se deja la piel, las horas, la vida en el intento y no lo consigue. Nosotras nos hemos dejado la piel, las horas, la vida…, pero se puede decir que lo hemos conseguido. El negocio va bien. Los proyectos fluyen. El cash entra.
Lo que más quebraderos de cabeza nos ha ocasionado, sin embargo, es la vida en pareja.
Porque la confianza da asco y, cuando emprendes, tu compañera de viaje se convierte en tu otra mitad. En tu complemento, tu apoyo, tu confidente, sí, pero también en tu frontón, en el blanco de tus enfados, de tu ansiedad, de tus frustraciones. Emprender en pareja implica casarte no solo con el Dr. Jekyll, sino también con Mr. Hyde. Y, de nuevo, sin ménage à trois.
Con todo, las chicas de Oh My Word! nunca hemos tirado la toalla. Como un buen matrimonio de los de antaño, hemos estado a las duras y las maduras y, de pronto, aquí estamos, celebrando las 5 velitas.
El balance, al final del día, es bueno. Seguimos haciendo lo que nos gusta y, en nuestra humilde opinión, haciéndolo relativamente bien. Si nos echan otros 5 años al saco, los aceptaremos gustosas. Y 10. Y 20. Y, aun si esta aventura tiene que terminar algún día, seguramente nos lanzaríamos a por la siguiente. Juntas.
A fin de cuentas, ¿qué puede salir mal?*
*Permanezcan atentos a la sección de sucesos 😜